Las nuevas enfermedades copan las mayores dificultades de los trabajadores para continuar en su puesto de trabajo. ¿De dónde emergen? ¿Cuál es la raíz del problema? ¿Cómo puede tratarse? El estrés ha dejado de ser la “enfermedad comodín” para librarse de ciertas responsabilidades, y ha atacado al desarrollo de la vida laboral de las personas. Aún sin estar reconocido de forma clara como una enfermedad laboral, ya es tratado por psicólogos y médicos, y examinado por los departamentos de recursos humanos. 

Las enfermedades profesionales suponen el desgaste del trabajador en su puesto de trabajo afectando a la salud física. Se desarrollan a lo largo de un periodo laboral extenso, donde el trabajador se encuentra expuesto a unos determinados riesgos. Entre ellos se encuentran la exposición a explícitos gérmenes, problemas respiratorios o incluso algunos tipos de cáncer.

No son comparables a los accidentes laborales, que se encuentran solo en hechos puntuales, que supone una lesión física y como consecuencia de la realización del trabajo. Sin embargo, las enfermedades que afectan a la salud psicológica de los trabajadores no vienen recogidas como enfermedades profesionales en el Boletín Oficial del Estado, por lo que detectar las mismas suele ser más complicado. Entre ellas encontramos algunas como el estrés, el burnout, la depresión o el síndrome postvacacional, enfermedades que emergen cada vez más entre los trabajadores. Antonio Cano, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Sociedad Española para el estudio de la Ansiedad y el Estrés, no cataloga a estas como enfermedades, sino como un proceso natural de adaptación del individuo a su medio.

Los datos arrojan que el 59% de los trabajadores en España sufre algún tipo de estrés en el trabajo, según el Instituto Nacional de Estadística. En Estados Unidos es el problema de salud  número uno, calculándose que el 90% de las consultas médicas son por alguno de estos casos. Pablo Muñoz, director de Nascia, Centro especializado en el control del estrés y la ansiedad, define el estrés como una auténtica pandemia, y destacándola como un círculo vicioso: “los acontecimientos, estímulos estresores o el ritmo de vida actual, nos llevan a un estado constante de activación, lo que se traduce en una serie de reacciones fisiológicas y físicas que se traducen en síntomas, que a su vez nos provocan pensamientos negativos, situaciones alteradas de estado de ánimo, preocupación o ansiedad y que por último nos llevan a somatizar en trastornos físicos, por lo que se produce un proceso constante de retroalimentación negativa que no nos deja salir adelante y que cada vez es más nocivo para nuestra salud.” Cano reafirma esta posición diciendo que a medida que se avanza en este proceso se van desarrollando más síntomas y más enfermedades, que pueden ser tanto físicas como mentales.