En el transcurrir del imperturbable tiempo, con un dejo de añoranzas, en donde las historias de los profesionistas de la salud laboral, dedicados al cuidado y protección de los trabajadores en su centro de trabajo, denominado como MÉDICO DE EMPRESA, se recuerda su figura como un fantasma en los quehaceres de las actividades de los propios profesionistas de otras especialidades médicas, así como de otros profesionistas, las instituciones, empresas y dependencias de gobierno.
En muchos casos, los trabajadores y trabajadoras de los centros de labor que han tenido la oportunidad de contar con su presencia en su lugar de trabajo, tienen en mente a este personaje, que se ha dedicado al cuidado y protección de su salud, frente al embate de los factores de riesgo a los que están expuestos en el medio ambiente de trabajo, así como, en su puesto de trabajo por el desempeño de sus propias tareas. Son quizás el último reducto, que reconoce y distingue los beneficios que han podido recibir por la actuación, en el día a día de las actividades desempeñadas por la otrora sombra llamada MÉDICO DE EMPRESA.
Pero se debe mencionar, que son muchos los casos de los buenos resultados de su presencia y actuación en los centros de trabajo, salvando vidas, limitando daños, controlando males y procurando proteger la vida de los trabajadores, ante los implacables efectos que producen los accidentes y las enfermedades de trabajo, que dicho sea de paso, pueden ser prevenidos y controlados, si se brindan los apoyos para .cumplir con las normas de seguridad y salud en el trabajo, mejorar las condiciones del ambiente laboral e informar y capacitar al trabajador para que cuide su vida y la de sus compañeros de labor.
La figura del Médico de Empresa, que se encuentra mencionada en diferentes artículos de la Ley Federal del Trabajo, ha sido soslayada por los diversos actores del mundo laboral. Una gran parte de ello, esta en el pensamiento de los propios profesionistas médicos, al generarse la especialidad de Medicina del Trabajo, en el Instituto Mexicano del Seguro Social.
Es de reconocimiento la labor que desempeñan los médicos de tan honorable Institución de la Seguridad Social, profesionistas que llevan todo un proceso académico y formativo, para brindar el mejor servicio para los trabajadores de México. Un proceso formativo que se ha aumentado a tres años para la consolidación médica del trabajo, donde se estudia ampliamente el concepto del binomio trabajo-daño, y se desarrollan las capacidades médicas, a los más altos estándares de la dictaminación medica pericial. Es un recurso humano muy único en Instituto Mexicano del Seguro Social, son especialistas muy útiles para la institución por diferentes argumentos; sin embargo, su actuación recae y, no porque ellos así lo desearán, a un proceso médico legal de manera sustantiva. Dictaminar si una enfermedad en un trabajador es producto de la relación con el trabajo y establecer el mecanismo de compensación más justo a los daños ocasionados por la exposición a los agentes y factores de riesgo presentes en el ambiente directo y general del trabajo, no es una tarea fácil de desarrollar. Como lo expresará en su momento un prestigiado amigo, especialista en Neumología, “Puedo decirles la génesis, desarrollo, consecuencias, tratamientos y el manejo de cualquier patología laboral, pero determinar cuánto vale ello o que compensación económica amerita y es justa para el trabajador, esa responsabilidad se me hace mucho muy complicada y no me siento nada apto para ello”.
Es importante, señalar y reconocer, que el mencionado instituto ha sido desde su fundación, la escuela de la Medicina del Trabajo, denominación que han acuñado y apropiado de una manera exclusivista, no por todos ellos, sino como siempre sucede, por algunos médicos que en sus afanes personales y sin visión de gremio y de sentido social, copado como una “Patente de Corso”, la denominación de dicha especialidad médica.
En estas líneas, repito y reitero mi reconocimiento, para los médicos especialistas en Medicina del Trabajo, surgidos de las filas del Instituto Mexicano del Seguro Social, en donde tengo grandes amigos y compañeros profesionistas, a los cuales admiro y distingo por sus conocimientos, su capacidad profesional, su sentido social, su compromiso con los trabajadores del país y su amor por México. Pero como en todos los grupos humanos, no dejan de existir malos elementos, que en sus pretensiones personales y sus afanes protagónicos, han dejado de lado el ejercicio de los MÉDICOS DE EMPRESA.
Recuerdo con gran cariño y respeto, a mi mentor, Dr. Carlos Noble Hoyo, Médico Cirujano de Tórax y Tisiólogo, formado en Harvard como especialista de aquellos tiempos (década de los 40 en el siglo pasado), a quien tuve la oportunidad de servir a finales de los años 80 y principios de los 90 del siglo anterior), quien aun no siendo especialista en la materia de la medicina del trabajo, tenía un gran compromiso y amor por el cuidado y protección de la salud de los trabajadores de México.
En su oficina, ubicada en las instalaciones de ARMO (Adiestramiento Rápido de la Mano de Obra), instalaciones de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, donde se encontraban en aquellos tiempos la Dirección General de Medicina y Seguridad en el Trabajo, de la cual fue Director General, había un pizarrón a la entrada de la misma, donde tenía una leyenda que decía: “Las empresas son para los médicos de medicina del trabajo, lo que los hospitales son para las otras especialidades médicas”.
Ese simple detalle, aunado en que en las reuniones con su equipo de trabajo, que se realizaban en su oficina, nunca faltaba el momento para hacer hincapié en ese lema que versaba en el pizarrón de su oficina.
En congruencia con dicho compromiso, junto con los Doctores. Salvador Jalife García; Joel Velázquez González; Martha Méndez; Armando Ancona; Mario Valenzuela Villarreal; Alberto Aguilar Salinas, Salvador Barragán, Rocío Valle Lascurain y otros muchos más que se me escapan en la memoria; así como los Ingenieros Raúl Escobar Márquez, Alberto Vela Treviño, Ramón Domínguez Betancourt, Rodolfo Arias Diaz, Jesus Zepeda Vera y muchos otros más, fueron parte de la plantilla de profesores del Curso denominado “Curso de Médicos Supervisores de los Servicios Preventivos de Medicina del Trabajo”, que impartía la Dirección General de Medicina y Seguridad en el Trabajo, a partir del año de 1985, como resultado de la adscripción de México al Convenio 161 de la Organización Internacional del Trabajo, actividad formativa que duraba 6 meses con una carga académica de 436 horas teóricas y cerca de 100 horas de campo. Curso que se impartía de lunes a viernes de 16 a 21 horas, en las instalaciones ubicadas en Calzada Azcapotzalco la Villa No. 209, Colonia Santo Tomás, Delegación Azcapotzalco, en la Ciudad de México. Curso, tuvo el honor de coordinar durante el periodo de 1989 a 1998, donde egresaron más de 1,000 médicos de empresas, que buscaban su desarrollo profesional para brindar un mejor servicio a los trabajadores y las empresas donde laboraban.
A ese grupo de distinguidos médicos e ingenieros, se estuvieron sumando jóvenes médicos, que se fueron integrando al grupo de profesores del reconocido Curso que impartía la Secretaría del Trabajo y Previsión Social en esta ocasión a través del área de Asesoría del C. Secretario del Trabajo y Previsión Social, que ocupaba su Titularidad, el Lic. Arsenio Farrel Cubillas, y que a partir del año de 1991, se impartió en las instalaciones ubicadas en Carretera Picacho-Ajusco 714, Tlalpan, Torres de Padierna, 14209 Ciudad de México, CDMX. Entre los médicos egresados del Curso, que aportaron sus conocimientos y experiencias de las empresas donde laboraban tenemos a los doctores, Lauro Silva Roa, Juan Dávalos Viurquiz, Mario Alberto Castro (ya fallecido), Francisco Javier Quintana Ramírez, Carlos Corona Fresán, Gabriel Tena Fernández y algunos otros médicos que se me escapan de la memoria.
Lo importante de ese programa académico que desarrolló la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, era el interés que mostraba la Autoridad Federal del Trabajo en formar académicamente a los médicos de las empresas, con los conocimientos en el área de la medicina, en el que se revisaban las patologías ocasionadas por los agentes físicos, químicos, biológicos y los factores de riesgo psicosocial y ergonómicos, iniciando con la identificación de dichos factores y agentes nocivos a la salud física y mental de los trabajadores. Se revisaban los antecedentes de la medicina del trabajo a nivel internacional y nacional, así como la revisión de la legislación internacional (de la Organización Internacional del Trabajo y de la Organización Mundial de la Salud), como de la legislación nacional, Ley Federal del Trabajo, Nuevo Reglamento de Higiene de 1946, los instructivos que posteriormente se convirtieron en normas oficiales mexicanas, y en su momento el Reglamento Federal de Seguridad, Higiene y Medio Ambiente de Trabajo de 1997. De igual manera, se revisaba la metodología de la investigación y la epidemiología laboral; lo relativo a la investigación de las condiciones de seguridad en el trabajo; la investigación de las condiciones de higiene en el trabajo; los mecanismos agresores de los agentes físicos, químicos y biológicos; así como la Toxicología industrial: También se revisaba en tres módulos, toda la patología laboral por aparatos y sistemas; así como los factores de riesgo psicosociales y ergonómicos, y una parte importante, era estudiar y revisar la administración de los servicios de salud en el trabajo, que era el toque preciso para los médicos de empresas, en su actividad particular a desarrollar en su centro de trabajo.
Colaboración:
Dirección General de Previsión Social.
Dirección de Normalización en Seguridad y Salud Laborales.
Dr. Francisco Manuel Tornero Applebaum.
En muchos casos, los trabajadores y trabajadoras de los centros de labor que han tenido la oportunidad de contar con su presencia en su lugar de trabajo, tienen en mente a este personaje, que se ha dedicado al cuidado y protección de su salud, frente al embate de los factores de riesgo a los que están expuestos en el medio ambiente de trabajo, así como, en su puesto de trabajo por el desempeño de sus propias tareas. Son quizás el último reducto, que reconoce y distingue los beneficios que han podido recibir por la actuación, en el día a día de las actividades desempeñadas por la otrora sombra llamada MÉDICO DE EMPRESA.
Pero se debe mencionar, que son muchos los casos de los buenos resultados de su presencia y actuación en los centros de trabajo, salvando vidas, limitando daños, controlando males y procurando proteger la vida de los trabajadores, ante los implacables efectos que producen los accidentes y las enfermedades de trabajo, que dicho sea de paso, pueden ser prevenidos y controlados, si se brindan los apoyos para .cumplir con las normas de seguridad y salud en el trabajo, mejorar las condiciones del ambiente laboral e informar y capacitar al trabajador para que cuide su vida y la de sus compañeros de labor.
La figura del Médico de Empresa, que se encuentra mencionada en diferentes artículos de la Ley Federal del Trabajo, ha sido soslayada por los diversos actores del mundo laboral. Una gran parte de ello, esta en el pensamiento de los propios profesionistas médicos, al generarse la especialidad de Medicina del Trabajo, en el Instituto Mexicano del Seguro Social.
Es de reconocimiento la labor que desempeñan los médicos de tan honorable Institución de la Seguridad Social, profesionistas que llevan todo un proceso académico y formativo, para brindar el mejor servicio para los trabajadores de México. Un proceso formativo que se ha aumentado a tres años para la consolidación médica del trabajo, donde se estudia ampliamente el concepto del binomio trabajo-daño, y se desarrollan las capacidades médicas, a los más altos estándares de la dictaminación medica pericial. Es un recurso humano muy único en Instituto Mexicano del Seguro Social, son especialistas muy útiles para la institución por diferentes argumentos; sin embargo, su actuación recae y, no porque ellos así lo desearán, a un proceso médico legal de manera sustantiva. Dictaminar si una enfermedad en un trabajador es producto de la relación con el trabajo y establecer el mecanismo de compensación más justo a los daños ocasionados por la exposición a los agentes y factores de riesgo presentes en el ambiente directo y general del trabajo, no es una tarea fácil de desarrollar. Como lo expresará en su momento un prestigiado amigo, especialista en Neumología, “Puedo decirles la génesis, desarrollo, consecuencias, tratamientos y el manejo de cualquier patología laboral, pero determinar cuánto vale ello o que compensación económica amerita y es justa para el trabajador, esa responsabilidad se me hace mucho muy complicada y no me siento nada apto para ello”.
Es importante, señalar y reconocer, que el mencionado instituto ha sido desde su fundación, la escuela de la Medicina del Trabajo, denominación que han acuñado y apropiado de una manera exclusivista, no por todos ellos, sino como siempre sucede, por algunos médicos que en sus afanes personales y sin visión de gremio y de sentido social, copado como una “Patente de Corso”, la denominación de dicha especialidad médica.
En estas líneas, repito y reitero mi reconocimiento, para los médicos especialistas en Medicina del Trabajo, surgidos de las filas del Instituto Mexicano del Seguro Social, en donde tengo grandes amigos y compañeros profesionistas, a los cuales admiro y distingo por sus conocimientos, su capacidad profesional, su sentido social, su compromiso con los trabajadores del país y su amor por México. Pero como en todos los grupos humanos, no dejan de existir malos elementos, que en sus pretensiones personales y sus afanes protagónicos, han dejado de lado el ejercicio de los MÉDICOS DE EMPRESA.
Recuerdo con gran cariño y respeto, a mi mentor, Dr. Carlos Noble Hoyo, Médico Cirujano de Tórax y Tisiólogo, formado en Harvard como especialista de aquellos tiempos (década de los 40 en el siglo pasado), a quien tuve la oportunidad de servir a finales de los años 80 y principios de los 90 del siglo anterior), quien aun no siendo especialista en la materia de la medicina del trabajo, tenía un gran compromiso y amor por el cuidado y protección de la salud de los trabajadores de México.
En su oficina, ubicada en las instalaciones de ARMO (Adiestramiento Rápido de la Mano de Obra), instalaciones de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, donde se encontraban en aquellos tiempos la Dirección General de Medicina y Seguridad en el Trabajo, de la cual fue Director General, había un pizarrón a la entrada de la misma, donde tenía una leyenda que decía: “Las empresas son para los médicos de medicina del trabajo, lo que los hospitales son para las otras especialidades médicas”.
Ese simple detalle, aunado en que en las reuniones con su equipo de trabajo, que se realizaban en su oficina, nunca faltaba el momento para hacer hincapié en ese lema que versaba en el pizarrón de su oficina.
En congruencia con dicho compromiso, junto con los Doctores. Salvador Jalife García; Joel Velázquez González; Martha Méndez; Armando Ancona; Mario Valenzuela Villarreal; Alberto Aguilar Salinas, Salvador Barragán, Rocío Valle Lascurain y otros muchos más que se me escapan en la memoria; así como los Ingenieros Raúl Escobar Márquez, Alberto Vela Treviño, Ramón Domínguez Betancourt, Rodolfo Arias Diaz, Jesus Zepeda Vera y muchos otros más, fueron parte de la plantilla de profesores del Curso denominado “Curso de Médicos Supervisores de los Servicios Preventivos de Medicina del Trabajo”, que impartía la Dirección General de Medicina y Seguridad en el Trabajo, a partir del año de 1985, como resultado de la adscripción de México al Convenio 161 de la Organización Internacional del Trabajo, actividad formativa que duraba 6 meses con una carga académica de 436 horas teóricas y cerca de 100 horas de campo. Curso que se impartía de lunes a viernes de 16 a 21 horas, en las instalaciones ubicadas en Calzada Azcapotzalco la Villa No. 209, Colonia Santo Tomás, Delegación Azcapotzalco, en la Ciudad de México. Curso, tuvo el honor de coordinar durante el periodo de 1989 a 1998, donde egresaron más de 1,000 médicos de empresas, que buscaban su desarrollo profesional para brindar un mejor servicio a los trabajadores y las empresas donde laboraban.
A ese grupo de distinguidos médicos e ingenieros, se estuvieron sumando jóvenes médicos, que se fueron integrando al grupo de profesores del reconocido Curso que impartía la Secretaría del Trabajo y Previsión Social en esta ocasión a través del área de Asesoría del C. Secretario del Trabajo y Previsión Social, que ocupaba su Titularidad, el Lic. Arsenio Farrel Cubillas, y que a partir del año de 1991, se impartió en las instalaciones ubicadas en Carretera Picacho-Ajusco 714, Tlalpan, Torres de Padierna, 14209 Ciudad de México, CDMX. Entre los médicos egresados del Curso, que aportaron sus conocimientos y experiencias de las empresas donde laboraban tenemos a los doctores, Lauro Silva Roa, Juan Dávalos Viurquiz, Mario Alberto Castro (ya fallecido), Francisco Javier Quintana Ramírez, Carlos Corona Fresán, Gabriel Tena Fernández y algunos otros médicos que se me escapan de la memoria.
Lo importante de ese programa académico que desarrolló la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, era el interés que mostraba la Autoridad Federal del Trabajo en formar académicamente a los médicos de las empresas, con los conocimientos en el área de la medicina, en el que se revisaban las patologías ocasionadas por los agentes físicos, químicos, biológicos y los factores de riesgo psicosocial y ergonómicos, iniciando con la identificación de dichos factores y agentes nocivos a la salud física y mental de los trabajadores. Se revisaban los antecedentes de la medicina del trabajo a nivel internacional y nacional, así como la revisión de la legislación internacional (de la Organización Internacional del Trabajo y de la Organización Mundial de la Salud), como de la legislación nacional, Ley Federal del Trabajo, Nuevo Reglamento de Higiene de 1946, los instructivos que posteriormente se convirtieron en normas oficiales mexicanas, y en su momento el Reglamento Federal de Seguridad, Higiene y Medio Ambiente de Trabajo de 1997. De igual manera, se revisaba la metodología de la investigación y la epidemiología laboral; lo relativo a la investigación de las condiciones de seguridad en el trabajo; la investigación de las condiciones de higiene en el trabajo; los mecanismos agresores de los agentes físicos, químicos y biológicos; así como la Toxicología industrial: También se revisaba en tres módulos, toda la patología laboral por aparatos y sistemas; así como los factores de riesgo psicosociales y ergonómicos, y una parte importante, era estudiar y revisar la administración de los servicios de salud en el trabajo, que era el toque preciso para los médicos de empresas, en su actividad particular a desarrollar en su centro de trabajo.
Colaboración:
Dirección General de Previsión Social.
Dirección de Normalización en Seguridad y Salud Laborales.
Dr. Francisco Manuel Tornero Applebaum.